Beijing, China. Poco mas de 18º de temperatura en la noche de una ciudad dinámica, hermosa y superpoblada. El pibe de 24 años y 2,10 metros nació en Piamonte, allá lejos, acá cerca, en Argentina donde los campos pintados de verdes en la inmensa llanura pampeana eran escenografía de sus mañanas de escuela y amigos. Hoy el sueño de todos los sueños se hace realidad a tantos kilómetros de distancia. Es el sueño de muchos que lo soñaron desde siempre, es el sueño de Agustín Cáffaro que desde su Piamonte con escala en Atlético San Jorge, San Martín de Marcos Juárez, Instituto de Córdoba, Huracán de Trelew, Sportsmen Unidos de Rosario, Boca Juniors, Libertad de Sunchales y hoy en el multicampeón San Lorenzo con un ascenso meteórico en su nivel y la posibilidad en su momento de estar convocado por Sergio Hernández para la Selección Argentina. Esta Selección que viene a seguir los pasos de la Generación Dorada y que ya está en las semis del Mundial de China y el viernes enfrentará a Francia por un lugar en el partido mas importante de todos. Esta Selección que ya clasificó para Japón y sus juegos Olímpicos del 2020. Esta Selección que hace vibrar al país.
Tecnología mediante, contactamos a Agustín en China. Humilde y servicial se hace unos minutos para la nota recordando que en su momento fue uno de los 10 primeros en llenar el álbum de figuritas de El Faro: «Tenía 11 años y medía 1,60…» recuerda. Acá es mediodía pasado y charlamos:
Agustín, que significa para vos ser parte de este mundial?
- Es algo difícil de explicar. Uno cuando se dedica a esto siempre trabaja en pos de ser cada día mejor y la selección siempre es un sueño. El que me haya tocado debutar justamente este año en las ultimas ventanas y el ser parte de este proceso que viene de la medalla panamericana y que tiene como gran objetivo el Mundial de Básquet es una locura. Estoy tratando de disfrutarlo al máximo y buscando aprovechar esta experiencia para aprender de mis compañeros, del cuerpo técnico y de los mismos rivales mientras pongo todo de mí en pos del equipo a la hora de competir.
Le ganaron a Serbia y son semifinalistas. ¿Cómo lo viviste?
- Hicimos un gran trabajo con Serbia. Veníamos jugando muy bien tanto en la primera como en la segunda fase, y mantuvimos esa intensidad y esas ganas con las que veníamos y pudimos plasmarlo en el juego los 40 minutos. En el rato que me tocó entrar, traté de dar mi 100% y estar a la altura del partido que venían haciendo mis compañeros y creo que hice un buen aporte. Todos pusimos todo de nosotros y creo que ese fue el secreto de la victoria.
Selecciones juveniles, eliminatorias y amistosos con la celeste y blanca. Pero nada comparado con jugar el mundial. ¿Cuáles fueron las sensaciones del momento en el que te confirmaron que ibas?
- Fue un poco de felicidad y un poco de tranquilidad, porque cuando terminamos de jugar con Libertad la temporada pasada, me tomé una semana y arranqué a entrenar sin saber siquiera si iba a estar en la pre selección. Sabía que estaba el torneo por delante y quería estar al 100% si tenía la chance de pelear un lugar, y sabía que si no me llamaban me iba a servir de todas formas para la temporada siguiente. Fue aproximadamente un mes hasta que se confirmó la lista previa y dos o tres semanas más hasta que nos juntamos a entrenar en Bahía. Y después tuvimos que esperar esa semana más que entrenamos en Bahía. Entonces cuando me dijeron que iba, sentí que esos dos meses no fueron en vano. Lo de felicidad doy por sentado que se entiende. Ser parte de la selección, como te dije antes, es algo único para mí.
¿Y cómo están para semifinales?
- Con muchas ganas de jugarlo. Sabemos que va a ser tan duro o más que lo que fue el de Serbia, son candidatos a llevarse el título. Pero venimos jugando muy bien y cumpliendo con nuestro trabajo en la cancha tanto adelante como atrás. El cuerpo técnico trabaja muchísimo para que contemos con todas las herramientas necesarias a la hora de jugar y nosotros tratamos de aplicarlas de la mejor manera. Venimos funcionando muy bien así y sabemos que por más que va a ser una batalla muy dura, vamos a dejar todo en la cancha para tratar de lograr el pase a la final.
Luis Scola es sin dudas el símbolo del equipo, una leyenda que sobrevive aún de la inconmensurable Generación Dorada. Un tipo para aprender. ¿Cómo es convivir con Scola?
- Trato de aprovechar al máximo la posibilidad de estar en el equipo con el. Había tenido la chance de entrenar con Luis el año pasado y el anteaño como invitado a los procesos anteriores de la selección y me pasó lo mismo, pero el poder compartir el equipo, el día a día, es un paso más. Es como un maestro para uno tanto dentro como fuera de la cancha. Y es un ejemplo para todos. Tiene 39 años y entrena y se siente como alguien de 26. Te muestra constantemente con hechos que no hay secretos para hacer lo que hizo y lo que sigue haciendo. Es trabajo, constancia y dedicación.
La nota se va. Agustín que estudió y es Martillero Público supo señalar que hay tiempo para todo, que mas allá del juego hay que prepararse para el resto de la vida y que vive su sueño mundial sin olvidarse de sus raíces, de su tierra, de su gente
- Saludos para todos. Recibo saludos por familiares y amigos y mensajes de la gente de la zona apoyándome y felicitándome así que quiero agradecerles a todos los que están pendientes y siguen el torneo. A la gente de mi pueblo, amigos y familiares que me apoyan desde allá, y un especial agradecimiento a la gente del Club San Jorge, porque fueron parte muy importante de mis primeros años en esto.
Agustín Cáffaro, el pibe del sueño mundial, el hermano de Francisco (Pichi) que mide 2,14 y pinta para ser un NBA y que ya está jugando Básquetbol en EEUU (Universidad de Virginia) y de Esteban que a los 15 años ya mide 2,01 y juega en Trebolense y tiene tanto futuro como sus hermanos. Agustín va por mas sueños, buscando ser campeón del mundo. Un pibe de los nuestros, sano y gentil, humilde y guapo, con esencia de campo y un corazón gigante. Tan gigante como su figura. Tan gigante como los sueños que va haciendo realidad.